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Iniciamos el Tiempo Ordinario de nuestra Iglesia el lunes 13 de enero, justo después de la celebración de la fiesta del Bautismo del Señor, que se extenderá hasta el martes 4 de marzo, día anterior al Miércoles de Ceniza, que marcará el inicio de la Cuaresma.

El Tiempo Ordinario es un ciclo en el que la Iglesia nos invita a profundizar en los misterios cotidianos de la vida de Cristo, sin las celebraciones especiales que marcan los otros tiempos litúrgicos como Adviento, Navidad, Cuaresma, el Triduo Pascual y Pascua.

Durante este periodo, el color que predomina es el verde, que representa la esperanza y el crecimiento. Las lecturas bíblicas se centran en los pasajes de los Evangelios que narran los diversos aspectos de la vida de Jesús. Desde su nacimiento y su ministerio público hasta su pasión, muerte y resurrección, el Tiempo Ordinario es una oportunidad para interiorizar los momentos más significativos de su vida. Cada domingo se escuchan lecturas que nos invitan a comprender más profundamente el mensaje de salvación traído por Cristo.

El Tiempo Ordinario también es un periodo que fomenta la maduración espiritual. En lugar de enfocarse en eventos extraordinarios, invita a los creyentes a un proceso continuo de conversión y crecimiento en la fe.

Así, a pesar de no estar marcado por grandes festividades litúrgicas, el Tiempo Ordinario es una fase esencial del año litúrgico, que nos invita a descubrir a Dios en las pequeñas cosas, en el trabajo, la familia y las relaciones cotidianas.

Aprovechemos las vacaciones este para acercarnos más a Dios, participemos en las Misas y recibamos el Sacramento de la Reconciliación. Momentos especiales para nuestro crecimiento espiritual y de estrecha relación con el Señor.