Conozcamos a Juan Ortíz Armijo, quien forma parte de nuestra parroquia
Juan estuvo dedicado 31 años al rubro de la exportación de ciruelas secas, siendo jefe de seguridad y encargado de los jardines de la industria. Según recuerda, cada día viajando de Lo Barnechea a Pirque en locomoción colectiva, se acompañaba por el rezo del rosario y escuchando Radio María. Quizás preludio de lo que Dios tenía preparado para él.
Tras jubilar, un día cualquiera, después acudir al Sacramento de la Confesión. Se hallaba conversando con el párroco de ese entonces, padre Cristóbal, y fue cuándo recibió la propuesta de sumarse a nuestra parroquia como sacristán.
Esta invitación significó mucho para él, pues le hizo recordar su juventud, según nos relata, "todos los domingos acolitaba en la capilla del fundo, a los pies del cerro Manquehue, y durante la semana, caminábamos desde allí, hasta el colegio que tenía la parroquia Los Castaños en Vitacura. El Padre Vidal, párroco en aquel entonces, me envió al Seminario Franciscano del pueblo de Mostazal a estudiar, grandes recuerdos de allí. Entonces, llegar a asumir este cargo era como volver a mis raíces, ahora a punto de cumplir 11 años en esta labor, me siento realizado".
Larga trayectoria como sacristán de nuestra parroquia, a la que él llama, su segunda casa. Experiencia que Juan define como ser un "relacionador público", pues él es quien representa a la empresa al recibir a las personas, pero la diferencia es, como el mismo señala, "que ahora mi patrón es Dios, y poder indicarle a las personas cuál es el camino para llegar a sus oficinas es de un gozo enorme".
Gozo que llena la vida de este hombre de 77 años, casado hace 55, siendo el fruto de ese amor: cuatro hijos. De los cuales, tuvo que sufrir la perdida de la menor, pero que logró soportar gracias a su relación cotidiana con su "Buen Jesús".
Y concluye: "Ahora, en el ocaso de mi vida, con la ayuda de San José, feliz de colaborar en la parroquia más heterogénea que conozco. Aquí llegan y conviven en una gran armonía, los dueños de las mansiones más lindas, con los habitantes de las casas más humildes, no como el rico Epulón y el pobre Lázaro, sino como los hijos de Dios Nuestro Señor que somos".
¡Agradecemos tu ejemplo de fe Juan Ortíz, Dios bendiga tu trabajo!