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Queridos hermanos y hermanas,

Es para mí un motivo de gran alegría este domingo en la Eucaristía, celebrar en comunidad el día de la Madre.

Mi saludo y felicitación se dirige a todas y a cada una de las madres. De un modo especial a mi mamá y a nuestra Madre del cielo, la Santísima Virgen María.

La maternidad es un don sublime que la Iglesia exalta. ¿Cómo no habría de hacerlo si cree y reconoce el inicio de la salvación, de su propia existencia, en la maternidad virginal de María Santísima, que engendró a Cristo?

Dar gracias al Señor por su designio sobre la vocación y la misión de la mujer en el mundo, se convierte en un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que representan en la vida de la humanidad.

“Te doy gracias, mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida”. (San Juan Pablo II, Carta a las Mujeres 29 de Junio 1995).

Una oración de gratitud por cada una de nuestras mamás, por los que tenemos la alegría de tenerlas con nosotros y por todas las que han partido a la morada del Padre, gracias por cuidar a las familias, gracias a las madres que nos miran desde el cielo y continúan cuidándonos con la oración.

Que hoy sea un día para agradecer y servir a nuestras mamás.

Un abrazo y bendición para todas ustedes.

Unidos en Cristo Jesús
Padre Iván Paz, párroco