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Cada 10 de agosto tiene lugar en el calendario de la Iglesia la fiesta de San Lorenzo, diácono y mártir.

Por ello, en este día en que celebran a su santo patrono, con gran afecto saludamos a todos los diáconos, especialmente los de nuestra comunidad: Luis Rodríguez y Miguel Haggar.

Ellos desempeñan una labor fundamental, no solo en la liturgia católica, sino que en la vida comunitaria, animándonos y acompañándonos.

A ese Jesús de los Evangelios, "sencillo y atento a las necesidades de los más débiles, de los marginados", siempre admiró Luis. Y su inclinación por el servicio a los más necesitados, fue lo que despertó en él su vocación diaconal. "No fue difícil consagrarme por entero a Dios, ya que tenía claro que de una u otra forma me dedicaría a servir al Señor, donde Él me permitiera hacerlo".

Por su parte, Miguel Haggar reflexiona que "llegar a encontrar la vocación no se consigue de una manera express, generalmente para llegar a ella se debe transitar por un camino largo, a veces de muchos obstáculos, de mucho discernimiento y oración", y recordando un dicho popular nos dice: "todos los caminos conducen a Jesús". Y en lo personal "decidí llegar a Jesús. No me importó ni cómo ni cuándo, pero sí me importó saber cómo llegar".

Y nos precisa, "ser diácono es ser servidor y ahí encontré mi lugar. servidor de la Palabra, de la Liturgia y de la caridad para la Iglesia de Santiago y del mundo".

La vocación diaconal es una labor que tanto Luis como Miguel deben compatibilizar con otras responsabilidades, "mi vida de casado con dos hijos, mi vida en el trabajo y mi labor como diácono. Tres realidades en las que quería cumplir a cabalidad. Aquí surge el misterio de la Gracia recibida en el Sacramento del Matrimonio y en el Sacramento del Orden. Con la ayuda de Dios todo puede hacerse", nos indica Luis Rodríguez.

A Dios también agradece Miguel "por la presencia de tantas personas que me han ayudado en este camino y que he aprendido de ellas; como mi acompañante espiritual, profesores, sacerdotes, párrocos, vicarios, comunidades y sobre todo a mi señora e hijos por su gran apoyo incondicional".

Nosotros también les agradecemos a ellos por su entrega plena a la Iglesia y a nuestra parroquia, por medio de este ministerio.

¡San Lorenzo los proteja siempre!