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Con Miércoles de Ceniza comenzamos nuestro caminar cuaresmal en preparación a la fiesta de la Pascua. Para esto el pasado 14 de febrero fuimos cubiertos de ceniza como gesto penitencial en la búsqueda de una auténtica conversión interior, para así vivir una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo crucificado.

En nuestra parroquia, la Misa de este día fue celebrada por nuestro párroco, Padre Iván Paz, quien durante la homilía aprovechó de recordarnos que estos próximos 40 días son “un tiempo privilegiado para mirar al cielo”, animándonos a aspirar siempre a la eternidad.

Con ese objetivo en mente, la Iglesia nos anima a abrazar la oración, el ayuno y un espíritu de desprendimiento de lo terreno, buscando servir al prójimo.

Pero, el padre Iván, ayudado del Evangelio, nos advierte ante el peligro de la vanagloria, y nos recuerda que “el Señor nos invita hoy en día a buscar esa admiración en aquella que Dios ve en lo secreto del corazón de cada uno de nosotros”. Por lo mismo, la Cuaresma “es un tiempo para que volvamos la mirada al Señor, es un tiempo de conversión”, añade.

Acrecentando nuestro deseo de estar en comunión con Dios, pidamos a Cristo que siendo purificados en el fuego de su amor, nuestro pasado sea vuelto polvo para renacer entre las cenizas.

«Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu»