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El 4 de agosto, se celebra a San Juan María Vianey, más conocido como el santo Cura de Ars, patrono de los párrocos y sacerdotes. Su biografía es intensa y hermosa, pero lo más importante es que Juan María Vianney fue sacerdote en un pueblo y para un pueblo. Y tal vez esto mismo es lo que hace su ministerio tan actual en nuestros días. 

Por lo anterior, saludamos con cariño a nuestro párroco, y rezamos por él para que Dios y la Virgen los sigan acompañando en su vocación. 

El presbítero descubre que su vocación es para su pueblo. Ha sido dado como servidor, ministro de Dios que da vida. Junto con los demás bautizados es discípulo del único maestro y para ellos Dios lo ha llamado a fin de actualizar en la Iglesia la presencia de su Hijo, redentor del hombre. 

Como sucedió al niño campesino que, en medio de la neblina de una mañana de febrero de 1818, ayudó al nuevo Cura a encontrar el camino de Ars, adonde se dirigía por primera vez. En ese mismo lugar, no lejos de la aldea, hay ahora un monumento que muestra al joven párroco con una mano en alto y la otra en la cabeza del pequeño pastor, mientras se leen, esculpidas en el mármol, las palabras del Cura: “Tú me has mostrado el camino de Ars, yo te mostraré el camino del cielo”.

En tres oportunidades, el santo Cura de Ars experimentó la tentación de abandonar su parroquia. Y cada vez que su anhelo de soledad lo impulsaba a dejar atrás la responsabilidad de pastor, que él juzgaba demasiado pesada, fue la llamada de su pueblo la que lo hacía desandar el camino. Una noche en que emprendió la fuga, le llegó el pensamiento: "la conversión de una sola alma vale más que todas las oraciones que yo pueda hacer en soledad”. (1)

(1) Humanitas.cl